sábado, 19 de noviembre de 2011

LA EDUCACIÓN Y LA SANIDAD PRIVADA NO SON SOSTENIBLES

Ideologías al margen, la realidad económica manda: La educación y la sanidad privada son, de todas todas, insostenibles.

Los principios de equilibrio entre costes e ingresos obligan a  los modelos de negocio en materia de sanidad y educación a luchar contra estructuras paradójicas imposibles de sortear. En un modelo económico en el que los costes fijos suben año tras año, costes salariales al margen, y aún en crisis (mejor que sea así y que no caigamos en perpetua deflación), obligaría a las escuelas y hospitales a aplicar economías de escala, con el objeto de reducir la carga de costes fijos. Dicho de otra manera, las escuelas deberían luchar por tener más alumnos y los hospitales ¡más enfermos!. El primer caso se hace difícil -las escuelas tienen plazas limitadas-, pero el segundo, además de difícil, se hace poco ético. Así pues, sólo nos queda la vía de la reducción de costes -servicios, salarios...- o/y aumento de cuotas. 

Basta con darle un vistazo a la historia para darse cuenta de que los ciclos económicos obedecen a este tipo de paradoja irresoluble, propia del modelo capitalista: cuando una estructura se colapsa, porque no puede crecer, y se ve obligada a aumentar cuotas, llega un momento que se hace insostenible y la pérdida de clientes  se hace inevitable. La contención salarial, en la mayoría de casos, sólo se trata de un pésimo paliativo.

El modelo educativo concertado (mezcla de público y privado) Español se encuentra en esta encrucijada. Las escuelas tienen un cupo de alumnos que, en la práctica totalidad de escuelas, es imposible aumentar. El  incremento de los costes fijos (agua, luz, agua, servicios contratados...) y el recorte de las subvenciones de la Administración, obligan a encontrar una solución  que haga posible mantener sus estructuras de coste.

En estos casos, la generación de ingresos extraordinarios o valores añadidos es poco factibles: existe poca posibilidad de diferenciación, de ser creativos, cuando hablamos de enseñanza y la cuota de mercado es nula (en el caso de la formación, el margen es mucho mayor y existe cuota de mercado).  Así pues, visto lo visto, sólo queda la antipática vía de los incrementos de cuotas injustificables. Y de ahí, el recurso fácil del recorte salarial -75% del coste total- para evitar lo inevitable: el colapso de lo que es insostenible.

Lo dicho sería aplicable a la sanidad, pero ésta tiene un factor de valor añadido mucho más amplio que la enseñanza. La sanidad sería comparable a las escuelas de formación. En estos casos, hacer sostenible el modelo a través de un valor añadido tangible salvaría la situación. Eso sí, con unas opciones de oferta de formación y sanidad para aquellos que puedan pagarlas y que, en períodos de crisis como los que estamos viviendo, también se pueden hacer insostenibles.

La educación y la sanidad -especialmente la primera- sólo pueden ser soportadas a través del gasto público. Ningún emprendedor  invertiría en una escuela; es un negocio ruinoso, aún sin ánimo de lucro.





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